3.3.1.ESTEREOTIPIAS
Definimos las estereotipias como las "respuestas motoras o postulares altamente consistentes y repetitivas, que nos excesivas en grado, frecuencia y/o amplitud y que parecen carecer de un significado adaptativo" (Baumeister, 1978). Cabe destacar, por tanto, su ritmicidad, su irrelevancia y su acausalidad. Se tata de ciclos repetitivos de conducta tales como el balanceo del cuerpo, chasquear los dedos, agitar las manos o golpear objetos.
Los criterios para diagnosticar estereotipias son que: a) no se produzca un cambio en la topografía, aunque se produzcan cambios en el entorno; b) la conducta está presente desde hace tiempo dentro del repertorio de conductas del sujeto; c) la conducta resulte inapropiada con relación al nivel de desarrollo general de la persona, y d) se trate de un modelo de conducta voluntario y generalmente repetido. Una escala clásica que puede utilizarse para evaluar la conducta estereotipada es The Aberrant Behavior Checlist (Aman y Singh, 1986).
Una de las principales razones para que se preste atención a esta conducta es que puede interferir con el aprendizaje o con la realización de otras conductas productivas. Sus consecuencias son primordialmente de naturaleza educativa y social. Limitan las interacciones sociales dentro del propio entorno y la adquisición de nuevas habilidades. Las personas que están "enganchadas" a conductas estereotipadas suelen dar menos respuestas a los estímulos del entorno, estar menos orientadas a las tareas de aprendizaje y ser menos proclives a adquirir habilidades adaptativas. Asimismo, es más probable que sean rechazadas pro otros o que tengan experiencias de interacciones negativas con el personal. También pueden restringir sus oportunidades de integración, ya que puede darse prioridad en estas experiencias a otras personas que con sus mismas características y nivel o no presenten estas conductas.
El grado de interferencia que puede ocasionar una estereotipia mantienen cierta relación con el grado en que la conducta monopolice la atención de la persona y el grado en que obstaculice físicamente la ejecución de la tarea requerida. Por ejemplo, una persona con una necesidad de apoyo extenso que esté realizando un trabajo manual, experimentará menos interferencia en su tarea si su estereotipia es una vocalización repetitiva que si se trata de un movimiento reiterativo con la mano. También es cierto que las consecuencias negativas de la conducta vocal pudieran tener un impacto social mayor en las actitudes del resto de los trabajadores y supervisores.
Un factor de adicional que debe tenerse en cuenta cuando se juzga la seriedad de una conducta estereotipada es la posibilidad de que se transforma en una conducta más dañina. Conductas como rechinar los dientes, hurgarse los ojos o pellizcarse la piel pueden incrementarse en intensidad y duración hasta convertirse en daños importantes. Otras conductas estereotipadas como chuparse un dedo o morderse la mano, si se realizan con demasiada frecuencia, pueden ocasionar daños secundarios en la piel, como callosidades, heridas abiertas o infecciones. No obstante,se han de diferenciar las esterotipias de otros problemas de conducta como son las autolesiones o los temblores y los tics. Se diferencian de las autolesiones en que no producen al propio cuerpo el daño que producen éstas, y de los temblores al propio cuerpo el daño que producen éstas, y de los temblores y tics en que no se trata de espasmos repentinos o involuntarios.
En cuanto a la etiología y factores de mantenimiento de las esterotipias, existen numerosas teorías. Algunas sugieren que los factores que los controlan se encuentran dentor del individuo y que son independientes del entorno. Otros autores consideran que resultan por causa de anormalidades estructurales o químicas en el cerebro (Lexis y Baumeister, 1982). Según la teoría del desarrollo, las conductas estereotipias son una exageración y extensión de conductas motoras rítmicas, que no caracter´siticas durante el desarrollo infantil normal (Berkson, 1983). La teoría psicodinámcia sugieren que estas conducatas se relacionan con la identidad pobre o con una carencia en el sentido de sí mismo (Greenacre, 1954). La últimas teorías, que son las que han aportado la información más valiosa de cara al tratamiento, considerar la estereotipia dependente del entorno y, en consecuencia, son las manipulaciones del ambiente las que constituyen el foco principal de la intervención. Dentro de este grupo de factores ambientales, algunos investigadores hablan de la estimulación del entorno, del reforzamiento positiva o negativo. La teoría de la estimulación u homeostasis sugieren que el organismos tiene un nivel de estimulación óptimo. Cuando la persona está expuesta a una sobrestimulación o , por el contrario, a una baja estimulación, pone en marcha ciertas conductas para disminuir o aumentar su nivel de activación (Repp, Karsh, Deitx y Sigh, 1992). Estas teorías, que comenzaron a conocerse a partir de los años noventa, sugieren que las conductas estereotipadas se aprenden y se mantienen a través de reforzamiento negativo (evitar algo que desagrada) o positivo (conseguir algo que agrada) (Carrr,1977; Repp y Karsh, 1990).
Los métodos que normalmente se han utilizado para reducir o eliminar las estereotipias son los procedimientos de castigo o la medicación psicoativa. Sin embargo, y tal y como se comenta detalladamente en el siguiente capítulo, existen otros métodos no aversivos que pueden emplearse con un alto nivel de eficacia.
FUENTE: Verdugo, Miguel y Belén Gutiérrez (2010). Discapacidad intelectual, Madrid, Ediciones Pirámide.
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