jueves, 17 de marzo de 2011

LA IMPORTANCIA DE LA ATENCIÓN VISUAL

Autismo y atención visual

Ricardo Canal es un amigo, un compañero leal y un especialista prestigioso en la psicología clínica del autismo. Un día, en torno a un vino de la Ribera del Duero,  yo le hablaba de cómo habíamos conseguido llevar nuevas células a un cerebro dañado, sin saber cómo demonios atravesaban la barrera hematoencefálica y él me describía su trabajo con los niños con autismo. Me decía que había un detalle muy sencillo e importante que era si el niño señalaba cosas con el dedo. Cuando un niño hace eso está intentando llevar la atención de la otra persona, su mamá, un cuidador, un investigador, a algo que le ha llamado la atención. Está intentando que veas lo que él ve. Está intentando que compartas su sentimiento: alegría, sorpresa, miedo,… Ricardo también lo estudiaba en sentido contrario, pedir a la madre que señalase algo y ver si el niño seguía con la vista ese mensaje de compartir información, de compartir sentimientos algo que probablemente está firmemente anclado en la historia evolutiva de nuestra especie y nuestro cerebro. Se encierra tanto en ese sencillo gesto.
El tema de la atención visual y el autismo tiene gran interés. Una observación frecuente es que las personas con autismo pueden focalizarse excesivamente en ciertos estímulos de su ambiente, estímulos que para las personas sin autismo parecen ser irrelevantes. Otra observación frecuente es que los individuos con autismo se concentran en detalles muy pequeños. Al mismo tiempo, en contraste, hay otra observación común y es que las personas con autismo se distraen con una enorme facilidad.
Un estudio de 2010 confirma científicamente algunas de las intuiciones de Ricardo. Este artículo de reciente publicación  compara los modelos de atención visual en niños hermanos de otros diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA) y otros niños sin antecedentes previos en la familia. Cada grupo estaba formado por 25 niños.
Algo llamativo es que la edad media de los niños era de seis meses. Pocas veces se ha intentado algo tan temprano.Es algo que está a años luz de nuestros actuales sistemas de diagnóstico de TEA.  En el experimento, el niño estaba sentado en una silla con un juguete musical a un lado y su cuidador al otro. Delante del niño hay un joystick. Cuando el niño lo mueve se producen luces de colores y música. En la fase inicial, el cuidador está en silencio y cualquier interacción entre el niño y el cuidador debe ser iniciada por el primero, de forma espontánea. En la fase social del experimento, el cuidador inicia una interacción con el niño, animándole a fijarse en el joystick y el juguete.
El resultado más llamativo es que la duración de la mirada al cuidador durante la fase espontánea del experimento era menor (de forma estadísticamente significativa) en los hermanos de niños con autismo que en el grupo control. Sin embargo, no había diferencias en la duración de la mirada en la fase social.
Los autores del estudio concluían que la menor duración de la mirada en la fase espontánea del proceso de aprendizaje de la actividad podía indicar que la atención conjunta está afectada. Esto es, que esos niños no usan la mirada para dirigir la atención del cuidador a la tarea que están aprendiendo con el joystick. Puesto que los niveles de mirada social eran similares en ambos grupos, los investigadores proponían que la vulnerabilidad en el área de la iniciación de la interacción social es mayor que en la respuesta social en los niños con mayor riesgo de TEA. Finalmente, recomendaban la puesta en marcha de intervenciones que incrementen la atención socialmente dirigida en estos niños como forma de ayudarles a cubrir ese déficit.
Este artículo me suscita también muchos interrogantes. No se trata de niños con TEA frenta a controles, sino de niños con alto riesgo de TEA frente a niños con bajo riesgo de experimentar un TEA. Muy pocos de esos niños en riesgo alto desarrollarán un TEA y sin embargo, el estudio consigue discriminar ambos grupos. Será interesante conocer, dentro de un año, cuántos de esos niños en riesgo han sido finalmente diagnosticados con TEA y compararlo con la “puntuaciones” de este artículo que hoy comentamos.
Por último, pensando en ese gesto de señalar con el dedo recordaba un verso famoso de Tagore que dice “Cuando un dedo señala a la Luna, solo un necio mira el dedo” Pues bien, puede haber un segundo grupo, que no son necios, pero tienen una disfunción cerebral, un trastorno del espectro autista.
Leer más:
  • Bhat AN, Galloway JC, Landa RJ. Social and non-social visual attention patterns and associative learning in infants at risk for autism. J Child Psychol Psychiatry. 2010; 51:989-997.

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