jueves, 7 de abril de 2011

¿NORMALIZAR AL AUTISTA?


MI HIJO ES AUTISTA, el bruto soy yo 

(Gilberto Cortés)


El niño no sostuvo erguida su cabeza hasta el año, pronunció su primera palabra a los tres años, aprendió a leer a los dos años; hoy es un galán de doce años con memoria eidética, que habla inglés y nadie sabe como aprendió.
Mucho se ha escrito sobre los traumas que ocasionan el tener un hijo con algún tipo de autismo y las muchas opciones que se presumen pueden resolver este “problema”.
Las opciones van desde la quelación, hasta la administración de medicamentos que “tranquilicen al niño”, cabe la pregunta: ¿eso ayuda al niño o a los padres?
Los niños autistas no están enfermos, no son discapacitados ni mucho menos incompetentes, a mi criterio, son incomprendidos.
Gran cantidad de personas han sido catalogadas como autistas de niños y han tenido una importante presencia en todos los géneros; desde Juan Luis Guerra hasta Bill Gates, desde Einstein hasta Mozart, muchas personas han sido incomprendidas por sus congéneres debido a su poco interés en la “vida convencional”.
Los tiempos modernos con sus avances tecnológicos nos han llevado a creer que nuestros hijos tienen una enfermedad que debe ser curada cuando en realidad es una generación de seres humanos que nos sobrepasan en habilidades y conocimientos a tal extremo que no los comprendemos, algunos los esconden, otros los dopan y otros los fuerzan a comportarse “como todo el mundo” coartando su derecho a aportar a la vida y a la misión que se les ha encomendado.
¿Será mucha casualidad que los niños autistas en un alto porcentaje vienen de padres con niveles intelectuales por encima del promedio?
Dice una teoría que si usted es inteligente y fue a la universidad o tiene alguna habilidad especial, tiene una alta posibilidad de tener un hijo o un nieto autista.
Darle a los niños la libertad de expresar su estructura de pensamiento y amoldarse a ella, permitirá a mucho padres, ayudar a sus hijos a desarrollar sus habilidades y a la vez a tener una infancia feliz, nada hacemos con amargarnos la existencia pensando que “el niño está enfermo” cuando debemos apoyarnos en él para mejorar nuestra capacidad de evolucionar como personas.
Si usted se encuentra entre los afortunados a quien le corresponde guiar por el camino de la vida a estos seres especiales, le recomiendo: abnegación, paciencia, constancia… y muchos abrazos.
Entiendo que existen casos que se pueden considerar “extremos”, pero según mi experiencia, debemos alejar nuestros prejuicios y aceptar que esa personita que nos asignaron es un GENIO lo que no sabemos es: ¿En qué?
Sirva este artículo como homenaje a todos los Niños Incomprendidos, a los Psicólogos y Psicopedagogos que los apoyan y a los preocupados Padres por el reciente; DÍA MUNDIAL DEL NIÑO AUTISTA.

Gilberto Cortés

1 comentario:

Rosa Luna dijo...

Coincido con Gilberto en lo de paciencia, constancia y muchos abrazos, no en ABNEGACIÓN (DRAE: 1. f. Sacrificio que alguien hace de su voluntad, de sus afectos o de sus intereses, generalmente por motivos religiosos o por altruismo). Nadie se sacrifica... se asume la responsabilidad de tener el privilegio de ser mejor persona por tener un hijo con habilidades diferentes. Y todo esto con mucha, pero mucha "dignidad".