¿ Y el futuro…?
Rosa Luna García
¿Qué será del futuro de nuestros hijos e hijas? ¿Dejaré alguna vez de ser madre o padre de mi hijo o hija con habilidades diferentes? ¿Quién se hará cargo de él o ella? ¿Será una carga para sus hermanos? Estas son algunas de las muchas interrogantes que nos formulamos como padres de personas con discapacidad intelectual. Aun cuando estas preocupaciones son enteramente legítimas, reflejan una suerte de pasividad que tenemos que asumir como padres. Y es que, nos agrade o no tener que reconocerlo, la mayor barrera a la que se enfrentan nuestros hijos somos, sin quererlo, nosotros mismos.
No debemos olvidar que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos es la autonomía. El mayor reto al que nos enfrentamos como padres es que nuestros hijos “crean en ellos mismos” para que logren realizarse como personas adultas que aspiran llevar una vida lo más autónoma posible. Y para lograrlo, debemos dejar de hablar por ellos, debemos cederles la palabra, escucharlos y ayudarlos a cumplir sus metas que, en definitiva, son y deben ser las nuestras.
En un esfuerzo de ponerme en el lugar de las personas con habilidades diferentes, intentaré preguntarme qué nos demandarían las personas con habilidades diferentes si tomaran la palabra. A través de sus múltiples demandas quizás nos dirían:
"Nos gustaría que la ley de discapacidad no sea “letra muerta”.
Nos gustaría poder participar en como miembros con derecho pleno en las comisiones e instituciones vinculadas a la discapacidad, al igual que lo hacen las personas con discapacidades distintas a la intelectual.
Nos gustaría que las compañías de seguros médicos no nos consideren como “preexistencias”, y que se pongan en práctica los tan aludidos principios de la bioética.
Nos gustaría que la oferta de trabajo y promoción del empleo digno fuera cada vez más amplia para nosotros.
Nos gustaría no ser marginados, ni contar con restricciones para realizar actividades de ocio de nuestra elección.
Nos gustaría que se nos permita no solo “estar en sociedad” sino “ser” y “hacer sociedad”.
Nos gustaría que los profesionales de la salud se interesaran en el estudio de nuestra condición genética, aunque no sea muy rentable, de manera que los resultados de sus investigaciones nos permitan mejorar nuestra calidad de vida.
Nos gustaría que la legislación pusiera más énfasis en la barreras psicológicas que en las arquitectónicas, a través de campañas de sensibilización que dignifiquen a las personas con habilidades diferentes y que estén dirigidas a diferentes colectivos.
Nos gustaría que la sociedad dejara de considerarnos noticia únicamente cuando obtenemos laureles deportivos.
Nos gustaría que todos los padres de personas con habilidades diferentes tuvieran la posibilidad de decidir, libremente, el colegio en que desean inscribir a sus hijos.
Nos gustaría que nuestros compañeros, mis amigos y la comunidad en general usara un lenguaje adecuado para referirse a nosotros, “tanto en nuestra presencia como en “nuestra ausencia”.
Nos gustaría que nuestros profesores y compañeros entendieran que no se nace inteligente sino que “la inteligencia puede construirse”.
Nos gustaría que nuestros profesores analizaran exhaustivamente el proceso de APRENDER A APRENDER para que puedan enseñármel
Nos gustaría que nuestros padres, maestros, amigos y la sociedad en general no me hagan perder la emoción de aprender.
Nos gustaría que se respeten nuestras personalidades y se tomen en cuenta nuestros verdaderos intereses y potencialidades para llevar a cabo las adaptaciones curriculares en la escuela regular, lugar que nos corresponde por derecho.
Nos gustaría que las diferentes sociedades o fundaciones de personas con habilidades diferentes pudieran contar con financiamiento para brindar servicios de atención temprana, seguimiento en la etapa escolar, preparación en habilidades sociales, proyectos de integración laboral, programas de vivienda independiente, atención médica diversa, cursos de capacitación para padres, especialistas y personas con habilidades diferentes, entre muchos otros servicios.
Nos gustaría que nuestros compañeros desearan estar nosotros “tanto dentro como fuera del colegio”.
Nos gustaría que el tope para nuestro aprendizaje formal no sea la secundaria.
Nos gustaría vivir en una residencia con nuestros pares, o de ser posible, tener una vida independiente.
Nos gustaría que la educación inclusiva dejara de ser “exclusiva” en nuestro país."
Concluyo este pliego de reclamos afirmando que la respuesta a nuestras inquietudes es simple, el futuro de nuestros hijos será lo que nosotros empecemos a construir desde aquí y ahora. Manos a la obra…
Mamá de Victoria.
1 comentario:
El futuro es incierto para cualquiera y las mismas preguntas retumban en la cabeza de padres de niños con y sin habilidades diferentes, salvando las distancias, cuando nuestros hijos son niños siempre nos preguntamos ¿qué pasaría si les faltáramos?. No nos queda más que pensar con optimismo que si ese día llega alguien más tomará la posta y hará lo mejor posible por ellos. Quisiera animarte a pensar así, de manera positiva a este respecto. Me gustan mucho las demandas, creo que el problema que plantean es el mismo que se presenta con todo aquello que consideramos 'ajeno' o cuando menos 'lejano', no es algo con lo que nos sintamos 'cómodos', no es sino hasta que algo nos toca de cerca que nos animamos a tratarlo, e intentamos entenderlo y enfrentarlo. Gracias a personas como tú, los que no han visto de cerca esta realidad pueden acercarse un poco a ella y reflexionar para hacer algo por cambiar. Felicitaciones por tu blog!
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