viernes, 13 de mayo de 2011

UNIDAD DE DÍA

Un hogar fuera de casa

Verónica Senovilla, Sevilla Actualizado 27/02/2011 19:53
Jaime, uno de los usuarios, trabaja con una de las educadoras ordenando la agenda del día. - Javier Cuesta

La primera unidad de día para autistas que abre en Sevilla les enseña a vivir.

"¿Dónde vas Francis?", le pregunta el director del centro a uno de los jóvenes que se dispone a salir. "Voy a mi casa, me voy a casa", contesta impaciente el joven. "No, vas con tus compañeros a hacer la compra al supermercado", le explica fraternalmente el también joven director. Francis es uno de los usuarios de la recién inaugurada unidad de día Ángel Díaz Cuervo para personas con trastorno del espectro autista (TEA). "Cualquier cambio de rutina por mínimo que sea les afecta enormemente, por eso hay que asegurarse de que reciben la información y de que la entienden" puntualiza el director de la unidad, Daniel López Moreno.
Los trastornos del espectro autista son alteraciones del neurodesarrollo que afectan y alteran las áreas de comunicación e interacción social, lo cual no significa que las personas que sufren esta discapacidad no se relacionen: simplemente, ellos se centran en otro tipo de detalles. De origen biológico, a día de hoy se desconoce el porqué un niño nace con autismo. Erróneamente se piensa que son personas poco dadas a expresar emociones, pero es todo lo contrario: para ellos basta con una mirada o un simple gesto.
Por cada 160 nacimientos hay un niño autistaEn Andalucía hay 1.183 afectados y sólo en la provincia de Sevilla existen 324 personas con autismo, de ahí la importancia de esta nueva unidad, que cuenta con 25 plazas concertadas y es la única en toda la provincia. Es obvio, que pronto se quedará pequeña. El complejo está adscrito al Centro Integral de Recursos Ángel Rivière, que engloba un colegio de educación especial, donde los niños pueden cursar toda la etapa de educación obligatoria y permanecer hasta los 21 años; la sede de la asociación de padres de personas con autismo y un servicio de atención a las familias, además de contar con un equipo de evaluación y diagnóstico. En ocasiones son los propios padres los que acuden a este servicio ante la sospecha de que el niño tenga autismo, pero también hay pacientes derivados de las consultas de psiquiatría de los hospitales.
La Asociación de Padres de Personas con Autismo nació en 1978 como una organización sin ánimo de lucro y durante los últimos años el esfuerzo de las familias, trabajadores y voluntarios han convertido este centro en toda una referencia. "En los 80 en Sevilla no había suficientes medios. Cuando Francisco tenía tres años [hoy tiene 17] nos desplazamos a Madrid, a la consulta del neurólogo Ángel Díez Cuervo, nombre que lleva este centro. Él y su equipo diagnosticaron de autismo a mi hijo", afirma José Correa.
Cuando los pequeños terminan la etapa escolar surge el problema, porque necesitan una atención especial y personalizada, pero la falta de centros especializados obligan a las familias a inscribirlos en otros centros de día de educación especial o a dejarlos en casa. "Hay otras unidades de día pero no cuentan con recursos físicos y humanos adecuados para esta discapacidad, recalca Correa. "Requieren estar acompañados siempre por alguien, y aquí buscan actividades con las que puedan desarrollarse por sí mismos".
Cada aula taller tiene un tutor y un auxiliar educativo. En total la plantilla está compuesta por10 profesionales entre educadores, psicólogos y orientadores, pero el centro cuenta con la colaboración de más de 100 voluntarios.
Al grupo formado por Pablo y los dos Manolo les encanta el taller-verde, que es el prelaboral, un aula en la que aprenden tareas más orientadas a una futura salida. "Tenemos máquinas de serigrafía, ellos mismos hacen camisetas, tazas y chapas, a Manolo le encantan las chapas", señala Jaime, psicólogo del centro y tutor del grupo. El chico espera de pie, expectante, a que su compañero termine con la máquina de serigrafía. "Les enseñamos toda una secuencia de montaje, les encantan las actividades repetitivas y mecánicas, pero sobre todo ver el resultado". Ciertamente los chicos están muy integrados en el trabajo, "al principio regalábamos las chapas pero ahora las vendemos, el dinero que se obtiene es para ellos, digamos que es dinero de bolsillo", puntualiza el director.
Hay un taller orientado a los quehaceres rutinarios. Es una casa simulada, con su cocina, su comedor y su cama. Con el apoyo del monitores aprenden a valerse por sí mismos en las tareas cotidianas, preparar el desayuno, poner la mesa o hacer la cama, tareas que nunca antes habían hecho y que son muy necesarias para su autonomía. "Cada grupo pasa al menos una vez a la semana para hacer el desayuno, incluso hay algunos grupos que hacen platos más elaborados", comenta Daniel López. Y así aprenden a vivir en esta casa que es su segundo hogar.

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