jueves, 29 de diciembre de 2011

El Paseante

Carta de un niño autista a su maestra

Una madre de un niño autista agradecida por la labor de la maestra de su hijo escribe una carta que cuenta las sensaciones que le transmite su hijo · Muestra las dificultades y el espíritu de superación
| Actualizado 29.12.2011 - 07:43
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Lo que tiene el pasear es que cuando vas por la calle uno se encuentra con personas y, aunque parezca de perogrullo, todas esas personas que deambulan y se cruzan tienen una vida detrás. Existencias que se van rozando con una experiencia vital única y que quizá nunca más se vuelvan e encontrar. En este caso, la cobertura de la Gala del Autismo el pasado 11 de noviembre provoca que varias de esas experiencias se encuentren.

Una de las asistentes al evento, Beatriz Sánchez Garcés tenía la intención de agradecer públicamente la labor de la maestra de su hijo autista, de una forma muy personal. Ha escrito una carta contando las sensaciones que le transmite su hijo en todo su difícil proceso de aprendizaje. El nombre de la docente es María José Iglesias Salinas, y es maestra de apoyo a la integración en el colegio Fermín Salvochea. La carta dice así:

Mi querida maestra: Tú sabes bien que corren tiempos difíciles para eso del oficio de enseñar y que es compleja en mi caso, la tarea de aprender.

Los expertos dicen que soy un niño autista, que tengo dificultades para entender el mundo de los pensamientos y de las emociones, y que mis capacidades para el simbolismo y la imaginación se encuentran afectadas.

Sin embargo tú, querida maestra, sólo viste en mí a un niño y te empeñaste en descubrirme un cielo lleno de estrellas. Juntos iniciamos el camino y lo esperaste todo de mí... y pude soñar los sueños de Peter Pan y descubrir las aventuras de Tom Sawyer.

Contra todo pronóstico, fui capaz de imaginar, de perfilar las formas de mi mundo, y dibujé campos verdes, piratas en busca de tesoros y osos seducidos por las galletas de chocolate. Las hojas de mi cuaderno dejaron de ser blancas y ausentes para llenarse de vida.

Fueron posibles otros milagros. Llegó la lectura y la escritura, descubrí que las palabras tienen alma y que la mirada de mi maestra traspasa soledades.

Todo gracias a ti. Gracias por confiar en mí, por esperar de mí, por sentir que yo también era y también podía. Porque fuiste cómplice, mi amiga, mi hada buena, y juntos cada día, más allá de las dificultades, reinventamos la vida en el universo infinito de mi pequeña escuela.

En un acto donde los focos alumbraban a los artistas que colaboraron desinteresadamente, donde la noticia es si venía o no Francisco Rivera con la novia a presentar la gala, los verdaderos protagonistas eran los niños autistas, la vida de sus familias y esa sensación que trasmite la carta entre el sufrimiento vivido y la alegría de la superación. En el recuerdo una frase de la madre, Beatriz, que en este mes no ha abandonado el pensamiento: "Si no la publicas rómpela, que es algo muy personal", dijo.

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